sábado, 10 de enero de 2009
Prólogo
Hace algunos años, quizá cinco, me propuse crear un blog, cuando apenas eran una idea imprecisa en la convicción de algunos, y cuando todavía no estaba claro para qué se escribía o a quién se escribía. Cuando los blogs eran excluidos por el anacoreta de las letras, que no los consideraba como una forma de expresión para la escritura, es decir, para la escritura culta: el problema era la falta de una institución proveedora de normatividad, todo era para el anacoreta de las letras libertinaje e ignorancia. También existía el problema del ámbito de ejercicio, porque el libro tiene el prestigio de la historia y la perseverancia de la cultura, en cambio el blog proyectaba la existencia de un gran monstruo anencefálico y verbudo. Platón cuenta la historia de Theuth que inventó la escritura y el reproche del dios Thamus, rey de Egipto, quien le mostro que su invento llevaría el olvido a los hombres. Platón sabía que los egipcios eran un enigma de enigmas, sabía que habían creado un mundo entero de realidades simbólicas indescifrables, divinas. Los libros han sido el otro gran universo de sentidos. Quizá el libro es un simulacro que lleva una cifra de fuego blanco, el hilo de Ariadna dentro del laberinto de los desmemoriados. Borges escribió en alguna parte que los libros son una extensión de la memoria. El blog es una extensión civil y proletaria de los libros. Son su negación y su posibilidad. Son un arma de libertad pero también su suicidio. Los blogs también han creado sus jueces y sus verdugos, también han castigado al que infringe sus leyes: todas llevan la sangre de los sacrificados. El que escribe un blog entiende prefectamente el complejo sistema de la causalidad, y los rigores de la primera letra. El anacoreta de las letras tal vez guarda silencio mientras espera en calma que la gran sombra universal de la justicia se vierta entera, eterno retorno, sobre mil almas de blogeros, sospecho que está seguro de que al menos ha contaminado algunas almas con sus furores incúbicos. Por mi parte, logré recuperar las entradas de aquél antiguo espacio cibernético, creo que ese será mi primer segundo paso dentro de las dinastías de escritores de la Red. Son tres entradas sobre temas cabalísticos, que deben tener más de cuatro años desde que las escribí. Al termino de su publicación, trataré otros temas según mi inconstante humor melancólico.
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